Hoy se habla en el periódico digital todosloscaminos, de una buena cena, que en compañía de varios estudiosos del Camino de Santiago, celebramos ayer en el Pazo de Andeade, en el ayuntmiento de Touro, La Coruña.
Aprovechando la presencia de un grupo de peregrinos americanos por un lado, y por otro a Tobias Büscher, periodista alemán, defensor del camino allá por donde va, disertamos sobre la espiritualidad de las peregrinaciones y la increíble afluencia de alemanes por las rutas a Santiago, que según datos oficiales en el mes de mayo fueron 4,800, (algunos ayuntamientos gallegos no tienen tantos habitantes) y no quiero ni imaginarme en los meses de julio y agosto.
Al llegar al Pazo de Andeade, encuentras un maravilloso aparcamiento entre arboles entrando a través de un ancho camino señorial en un patio interior al que solo faltan los caballos para pensar en otra época.
En los jardines interiores nos sirven un aperitivo, estando con Cristobal indudablemente con cava, formado por croquetas de perdiz y paté de marisco, muy sutil pero no soy yo muy dado a estos bocados.
Después de escuchar a Tobias, nos sentamos a la mesa. Cosas del azar, coincido cerca de X.M. Palmeiro, que con sus dotes de ingenio y genialidad, nos acerco al mundo del ordeño de la vaca “amarela”; simplemente brillante.
La elección de la cena, responsabilidad de Tania, fue todo un acierto, nada pesada y con un punto de sofisticación. Primero un pastel de merluza acompañado por una ensalada, luego un jabalí con castañas y setas y para terminar un helado de turrón con pinceladas de chocolate ciertamente soberbio.
El vino lo eligió nuestro amigo Lois Celeiro, Viña de Neira, un mencía de Quiroga de la denominación Ribeira Sacra, apropiado para la ocasión.
Aprovechando la presencia de un grupo de peregrinos americanos por un lado, y por otro a Tobias Büscher, periodista alemán, defensor del camino allá por donde va, disertamos sobre la espiritualidad de las peregrinaciones y la increíble afluencia de alemanes por las rutas a Santiago, que según datos oficiales en el mes de mayo fueron 4,800, (algunos ayuntamientos gallegos no tienen tantos habitantes) y no quiero ni imaginarme en los meses de julio y agosto.
Al llegar al Pazo de Andeade, encuentras un maravilloso aparcamiento entre arboles entrando a través de un ancho camino señorial en un patio interior al que solo faltan los caballos para pensar en otra época.
En los jardines interiores nos sirven un aperitivo, estando con Cristobal indudablemente con cava, formado por croquetas de perdiz y paté de marisco, muy sutil pero no soy yo muy dado a estos bocados.
Después de escuchar a Tobias, nos sentamos a la mesa. Cosas del azar, coincido cerca de X.M. Palmeiro, que con sus dotes de ingenio y genialidad, nos acerco al mundo del ordeño de la vaca “amarela”; simplemente brillante.
La elección de la cena, responsabilidad de Tania, fue todo un acierto, nada pesada y con un punto de sofisticación. Primero un pastel de merluza acompañado por una ensalada, luego un jabalí con castañas y setas y para terminar un helado de turrón con pinceladas de chocolate ciertamente soberbio.
El vino lo eligió nuestro amigo Lois Celeiro, Viña de Neira, un mencía de Quiroga de la denominación Ribeira Sacra, apropiado para la ocasión.
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