martes, 18 de noviembre de 2008

UNOS DIAS EN PARIS


Vamos a empezar esta historia por el final. Estoy en el aeropuerto de Orly – Paris esperado un avión para regresar a casa, después de cuatro días estupendos en esta ciudad. A modo de anécdota simpatica y original, aprovecho para sentarme, previa introdución de moneda, en un sillon vibratorio y relajante que hay en el aerpuerto.
Creo que he visitado todo lo que pretendía ver, como un perfecto turista, mas bien como los miles de ellos que éramos y debo decir que con un grado de seguridad envidiable para cualquier ciudad del mundo.
Mi francés es desconocido y en inglés solo me defiendo cantando en la ducha, pero da igual, en esta ciudad parece que todo el mundo es extranjero y vas en metro escuchando sabe dios que idioma.
El mestizaje está al orden del día, en una ciudad de 9 millones de almas, en la que nadie se reocupa de nadie, pero eso si, son de lo mas amable. El índice de mendicidad es alto, pero con respeto, sin ser pesados, si no les das nada no te persiguen como en otras ciudades.
A pesar e tener un horario europeo, para levantarse, para comer, para cenar, en general son bastante latinos, viven en la calle y encuentras gente a todas las horas.
Me sorprende que Paris está llena de quioscos y chiringuitos ambulantes para comer o tomar café.
Incluso los bares se apoderan de la mitad de la acera para poner sus terrazas hasta el punto de que la mayoría las cierran con mamparas de cristal o lonas para acotar e espacio.

Como no se puede fumar en ningún sitio, se las ingenian muy bien y tienen detalles cíivicos como el de los ceniceros.




Mañana mas..... y mejor