Acompañando a Chus y Manuel a tomar un aperitivo en La Coruña, me llevan al café bar Manila, en la calle Teniente Coronel Gomez Zamalloa.
Así de entrada la impresión que da, es que para tomar un vino mañanero o una caña es perfecto, pero en un tris, empieza a llenarse de gente que viene a comer.
Apenas tienen seis o siete mesas, pero es igual, la barra también se aprovecha para poner un mantel y un plato.
Está regentado por Suso y su esposa Ivita, dueña de la cocina, echándole una mano su simpático hijo Carlos, con una especial mano par el cafe, que te recibe con una sonrisa, a pesar de ser lunes.
Es un local muy familiar, todos los clientes se conocen y peregrinan puntualmente a degustar sus especialidades caseras.
Así de entrada la impresión que da, es que para tomar un vino mañanero o una caña es perfecto, pero en un tris, empieza a llenarse de gente que viene a comer.
Apenas tienen seis o siete mesas, pero es igual, la barra también se aprovecha para poner un mantel y un plato.
Está regentado por Suso y su esposa Ivita, dueña de la cocina, echándole una mano su simpático hijo Carlos, con una especial mano par el cafe, que te recibe con una sonrisa, a pesar de ser lunes.
Es un local muy familiar, todos los clientes se conocen y peregrinan puntualmente a degustar sus especialidades caseras.
Como no podía ser menos aquí me quedé a comer. Tienen un buen número de tapas, que mucha gente pide dobles, y raciones; atacando en esta ocasión primero a una tortilla de patatas y luego a un rollo de carne que Carlos me dice, “yo lo comí y está bueno”.
Pues realmente exquisito que, sumado a su ajustado precio, convierten al Manila en un sitio de obligada visita si estas en La Coruña.
Ni grandes cartas ni grandes locales, con un buen trato y una deliciosa comida, no hay prisa en la sobremesa.
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