Me alojo en un buen hotel, Floride de tres estrellas, en una calle que cruza la avenida Kléber, entre el arco del Triunfo y la Torre Eiffel. Perfecto, es un buen punto de partida para recorrer la ciudad. Me sorprende que en el cajón de la mesa de la habitación encuentre una Biblia, pensaba que eso solo pasaba en las películas del oeste, pero en fin, en esta ciudad en la que el cruce de culturas está a la orden del día puede acontecer cualquier cosa.
Paris bien vale una fiesta, e incluso unas cuantas, pues además de tener un bonito barrio latino, lleno de restaurantes y comercios, tiene la zona de Montmartre y Sacre Coeur que es una delicia.
Paris bien vale una fiesta, e incluso unas cuantas, pues además de tener un bonito barrio latino, lleno de restaurantes y comercios, tiene la zona de Montmartre y Sacre Coeur que es una delicia.
Subes por la calle y encuentras el bullicio de la gente que va de una tienda a otra, de la panadería a la pescadería y todo está en la calle, ocupando acera, para que todo el mundo pueda ver lo que ofrecen.
En París se come en cualquier cafetería, todas tienen una pequeña carta y la mayoría despliegan una terraza hacia afuera. Es curioso que las mesas son mínimas, diría que individuales, y muy pegadas unas a otras, si tomas una crepe, ya no cabe nada mas.
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